Estaba leyendo un libro que me gusta mucho, habla sobre el desamor y cómo sin darnos cuenta empezamos a caer en conductas tóxicas que nos impiden vivir una vida fuera de la ansiedad o de la tristeza; pero a su vez, da un mensaje esperanzador de que no hay despecho que no se supere.
Aunque concuerdo en muchas cosas con la autora, uno de los últimos capítulos del texto inicia con la siguiente oración: «todos estamos rotos. Todos. Sin excepción». Y la primera pregunta que llegó a mi cabeza fue ¿por qué tenemos una fascinación por reconocernos como rotos? ¿en qué momento empezamos a creernos que estamos en un juego constante de rompernos y pegarnos como si eso fuera lo único que vinimos a hacer en el mundo?
Y se los juro, yo he estado ahí, es más me he sentido orgullosa de tener maestría en romperme y recomponerme; me sentía una maestra Ad Honorem de Kintsugi (Técnica japonesa donde se reparan objetos de cerámica rotos con pegamento y polvo de oro). Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta que no vinimos a rompernos, vinimos a sanar heridas que nuestra alma de manera consciente eligió para que pudiéramos andar el camino de unión total con el amor, en ese sentido, lo que nos pasa no es algo que nos rompe, sino que nos fortalece y ayuda a completar una misión, que está dada en piezas de rompecabezas que se van armando en la medida que vamos viviendo.
Y vivir es experimentar todas las emociones que como humanos estamos capacitados para sentir, el amor, la tristeza, la ira, desilusión y tantas cosas que llegamos a generar en nuestro interior, que vemos como el muro que rompe la cerámica, en realidad son el combustible que nos permiten encontrar las piezas ideales del rompecabezas que completa el camino hacia el amor incondicional, y eso mis amados no es estar rotos, es ir completándonos a través de la comprensión y la toma de responsabilidad de nuestras decisiones álmicas.
Parece mentira, pero la idea de estar rotos y refugiarnos en ella es una forma de permanecer en nuestra zona de confort justificada por nuestras emociones, y abandonarla nos permite tomar responsabilidad de lo que vivimos desde un lugar de aprendizaje, donde vemos el dolor como maestro y no como una situación que constantemente nos va a pedir pegar la vida como si fuéramos un artefacto.
Ten presente que estas preparado o preparada para todo lo que estás viviendo, por más oscuro o difícil que parezca, tienes todas las respuestas que necesitas en tu interior. Pide guía y orientación, apóyate en personas que te nutran y toma todas las ayudas que necesites, pero con la convicción de que eres un ser completo que está viviendo pruebas para fortalecerse, porque cuando todo se cae, nuestra esencia florece con raíces más fuerte.
¡NO estamos rotos! Estamos buscando las piezas correctas de este maravilloso camino llamado VIDA… Y aquí lo estamos transitando juntos.
¡Cuentas Conmigo!